domingo, 23 de noviembre de 2008

Viajes y divagues

...volví a caminar solo, una vez más por los callejones solitarios de la ciudad, ellos solos y yo solo, pero sin podernos hacer compañía los unos a los otros, la noche empezó a apoderarse de las calles y el alumbrado público se dispuso a defenderme de tal oscuridad. Enfrentando al clima que cada minuto se volvía mas frío me puse a recordar a aquella persona de la que tanto miedo tuve de enamorarme y ahora simplemente no puedo ni quiero sacarla de mis pensamientos, pensaba en lo grandioso que seria dar la vuelta en una esquina y ahí encontrarla, pero es totalmente improbable puesto que nos separan aproximadamente 200 kilómetros de distancia, pero como ya lo dije, solo es totalmente improbable, no es imposible, pues tanto la palabra imposible como la palabra milagro en mi realidad no pasan de ser eso, simples palabras, cuyo concepto para mi es tan contradictorio que es una perdida de tiempo utilizarlas de manera literal. Así me refiero a que nada es imposible por tanto, la idea de encontrarle en mi camino no me parecía nada descabellada. También pensaba en lo divertido que seria ver mi imagen intentando abrazarme a mi mismo para protegerme del frío. En ese momento me invadió la duda de sí lo que quería era estar en mi cuarto viendo alguna película o de alguna manera mas afortunada estar jugando con alguna chica bajo las sabanas. No, en realidad solo deseaba estar con ella, con esa persona de la que tanto miedo tuve de enamorarme y no ser correspondido, solo estar con ella, eso es lo que en realidad estuve deseando y buscando todo el día, pero no lo encontraría en los callejones desiertos de la ciudad, ni me bastaría con una de esas charlas que la virtualidad del chat nos regala a diario, quizás hoy tampoco serian suficientes 120 minutos de charla telefónica, hoy tenia el deseo de tocar su piel, de que ella tocara la mía, de resguardarnos del frío con nuestra piel bajo las sabanas de mi cama, de sentir como se incendia cada centímetro de nuestros cuerpos cuando la frenética pasión nos llena de ese calor que nos hace sudar… Ah! Suspiré, pues supe entonces que nada de eso pasaría, no hoy, al menos por hoy seguiría vagando yo solo por los callejones de la ciudad, ajeno a la realidad cotidiana de ella, y ella siendo parte fundamental de mi cotidianidad aunque fuese solo en el pensamiento….
Enamorado, esa es mi condición. Más hoy estoy conciente de que el tiempo no es un lujo del que podamos disponer, sino un regalo que debemos aprovechar cada vez que se nos presenta la oportunidad. Mi vida con ella, o más bonitamente, nuestra vida juntos, lleva antepuesta siempre un en mayúsculas QUIZÁ. Con el que nos permitimos pensar que todo puede pasar y el mismo que nos impone la idea de que podria no pasar nada, solo es un QUIZÁ...

1 comentario:

patéticamentemelancólico dijo...

Así pues solo falta agregar la, patéticamente melancólica, voz de Duquendé, la pena que hubose tornado un cantar, una simple alegoría de lo que pudo haber sido y no fue, marcado por el compas del sonido de una tiza del niño ingenuo que dibuja un dinosaurio sobre la basta geografía del absurdo de los sueños y anhelos de un humano que la fin y al cabo hoy esta aquí, mañana tal vez